De todos los cítricos, el limonero es el más sensible a las bajas temperaturas, debido a su floración casi continua, y no se adapta bien a las regiones húmedas debido a las enfermedades fúngicas y causadas por algas. En suelos pobres, poco profundos y pedregosos este cultivo se desarrolla bastante bien, aunque se debe tener en cuenta que es muy sensible a la salinidad. En España principalmente se consumen dos variedades de limón, el de mesa, que tiene la piel más fina, y el verna, que es más ovalado y con tres o cuatro semillas por fruto.